José Antonio Rey Serrano

José Antonio Rey Serrano
1.966. Abogado.

sábado, 19 de septiembre de 2009

LA ANTESALA Y LA SALA DEL PERJURIO




1º 23 DE JULIO DE 1.969. EL ENTONCES PRÍNCIPE, DON JUAN CARLOS DE BORBÓN, PRESTA JURAMENTO DE FIDELIDAD A FRANCO Y A LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL MOVIMIENTO NACIONAL


El 23 de julio de 1.969 se celebró una solemne sesión en las Cortes, por la tarde, acudiendo el Generalísimo junto con el Príncipe. El Jefe del Estado anunció que se iba a proceder a tomar juramento al Príncipe. Ante el Jefe del Estado y el presidente de las Cortes, el Príncipe hincó las rodillas sobre un cojín de terciopelo granate, colocado sobre una tarima de madera. Sobre la mesa, el libro de los Santos Evangelios, el mismo en el que prestaron juramento la Reina María Cristina, como Regente, y el Rey Alfonso XIII, bisabuela y abuelo, respectivamente del Príncipe don Juan Carlos.

El presidente de las Cortes preguntó al Príncipe:

– En nombre de Dios y sobre los Santos Evangelios, ¿juráis lealtad a Su Excelencia el Jefe del Estado y fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y demás leyes Fundamentales del Reino?

– Sí, juro lealtad a Su Excelencia el Jefe del Estado y fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y demás Leyes Fundamentales del Reino.

El presidente de las Cortes, don Antonio Iturmendi Bañales, concluyó

– Si así lo hiciereis que Dios os lo premie, y si no, os lo demande.


MENSAJE DEL PRÍNCIPE DON JUAN CARLOS DE BORBÓN (EXTRACTO)

A continuación S. A. R. pronunció el siguiente discurso:

– «Mi General, señores Ministros, señores Procuradores: Plenamente consciente de la responsabilidad que asumo, acabo de jurar, como Sucesor a título de Rey, lealtad a Su Excelencia el Jefe del Estado y fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y Leyes Fundamentales del Reino.

Quiero expresar en primer lugar, que recibo de Su Excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo Franco, la legitimidad política surgida el 18 de julio de 1936, en medio de tantos sacrificios, de tantos sufrimientos, tristes, pero necesarios, para que nuestra patria encauzase de nuevo su destino.

España, en estos últimos años, ha recorrido un importantísimo camino bajo la dirección de Vuestra Excelencia. La paz que hemos vivido, los grandes progresos que en todos los órdenes se han realizado, el establecimiento de los fundamentos de una política social son cimientos para nuestro futuro. El haber encontrado el camino auténtico y el marcar la clara dirección de nuestro porvenir son la obra del hombre excepcional que España ha tenido la inmensa fortuna de que haya sido, y siga siendo por muchos años, el rector de nuestra política.

Ha sido preocupación fundamental de la política española en estos años la promoción del bienestar en el trabajo, pues no puede haber un pueblo grande y unido sin solidaridad nacida de la Justicia Social. En este campo nunca nos sentiremos satisfechos.


Nuestra concepción cristiana de la vida, la dignidad de la persona humana como portadora de valores eternos, son base y, a la vez, fines de la responsabilidad del gobernante en los distintos niveles del mando.


La Monarquía puede y debe ser un instrumento eficaz como sistema político si se sabe mantener un justo y verdadero equilibrio de poderes y se arraiga en la vida auténtica del pueblo español.
A las Cortes Españolas, representación de nuestro pueblo y herederas del mejor espíritu de participación popular en el Gobierno, les expreso mi gratitud. El juramento solemne ante vosotros de cumplir fielmente con mis deberes constitucionales es cuanto puedo hacer en esta hora de la historia de España.

Mi General: Desde que comencé mi aprendizaje de servicio a la Patria me he comprometido a hacer del cumplimiento del deber una exigencia imperativa de conciencia. A pesar de los grandes sacrificios que esta tarea pueda proporcionarme, estoy seguro que “mi pulso no temblará” para hacer cuanto fuere preciso en defensa de los Principios y Leyes que acabo de jurar.

En esta hora pido a Dios su ayuda y no dudo que Él nos la concederá si, como estoy seguro, con nuestra conducta y nuestro trabajo nos hacemos merecedores de ella.»


3º VUELVE A JURAR.

Juan Carlos de Borbón, el día 22 de noviembre de 1.975, una vez muerto Franco, vuelve a jurar:

"Juro por Dios y sobre los Santos Evangelios, cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino y guardar lealtad a los principios que informan el Movimiento Nacional."


4º EXTRACTO DEL MENSAJE DEL REY A LOS ESPAÑOLES EN EL MOMENTO DE SU PROCLAMACIÓN.


Madrid, 22 de noviembre de 1975

En esta hora, cargada de emoción y esperanza, llena de dolor por los acontecimientos que acabamos de vivir, asumo la Corona del Reino con pleno sentido de mi responsabilidad ante el pueblo español y de la honrosa obligación que para mí implica el cumplimiento de las leyes y el respeto de una tradición centenaria que ahora coinciden en el Trono.

Como Rey de España, título que me confieren la tradición histórica, las Leyes Fundamentales del Reino y el mandato legítimo de los españoles, me honro en dirigiros el primer mensaje de la Corona que brota de lo más profundo de mi corazón.

Una figura excepcional entra en la historia. El nombre de Francisco Franco será ya un jalón del acontecer español y un hito al que será imposible dejar de referirse para entender la clave de nuestra vida política contemporánea. Con respeto y gratitud quiero recordar la figura de quien durante tantos años asumió la pesada responsabilidad de conducir la gobernación del Estado. Su recuerdo constituirá para mí una exigencia de comportamiento y de lealtad para con las funciones que asumo al servicio de la patria. Es de pueblos grandes y nobles el saber recordar a quienes dedicaron su vida al servicio de un ideal. España nunca podrá olvidar a quien como soldado y estadista ha consagrado toda la existencia a su servicio...


Que cada uno lea y juzgue, en relación con sus juramentos, las posteriores acciones, omisiones, simpatías y antipatías del Monarca


1 comentario:

Paco Lledó dijo...

Lo que está escrito, está. Las acciones a las que aludes están realizadas en una nueva etapa legal que el propio Franco propició con la proclamación del Rey. En cuanto a las simpatías o antipatías forman parte de la rumorología nacional. Y aunque sean ciertas no veo que supongan un perjurio.
Entiendo que los discursos quizá parecen demasiado entusiastas. Debes comprender también que estos discursos eran preparados por los asesores de entonces. El error del Rey estaría en no haber querido "dulcificar" el texto.
Por otro lado, has de saber, que también se asegura que don Juan Carlos jamás ha consentido que se hable mal de Franco en su presencia.
Te animo a seguir con tu blog, aunque no comparta muchas de tus opiniones. Un abrazo.