José Antonio Rey Serrano

José Antonio Rey Serrano
1.966. Abogado.

jueves, 17 de diciembre de 2009

RUEGO A LA IGLESIA CATÓLICA

Hoy se ha aprobado por el Congreso de los Diputados la Ley Orgánica de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Dicha ley se publicará en el BOE, por orden y mandato del Rey de España, Juan Carlos I, quien mandará a todos los españoles cumplir con la misma.

Se ha hablado mucho sobre el hecho de que aquellos diputados que hayan votado a favor de lo que en definitiva es la legalización del aborto libre en España, deben ser excomulgados, apartados de la Iglesia Católica o considerados como “públicos pecadores”, circunstancia ésta que les impediría tomar la Sagrada Comunión.

Pero nada se ha dicho a propósito de la situación en la que se coloca aquella persona, desdela más alta representación del Estado, que ordena a todos los españoles que cumplan con una ley inmoral, injusta y que contraviene no sólo los preceptos de la Iglesia, sino los más elementales principios del Derecho Natural y que ni siquiera reconoce el derecho a la objeción de conciencia de todos y cada uno de los profesionales y empleados de la sanidad pública, quienes, en su mayoría han mostrado su disconformidad con la misma.

Como no espero otra cosa que la sanción Real de esta inmoralidad, y una vez que se consume, le pido a Su Santidad, a los altos Dignatarios de la Iglesia Católica, a los Cardenales y a los Obispos, a los Religiosos y Religiosas, a los Curas y a los Párrocos, que no sólo se les niegue la Comunión a aquellos que han votado, o que muestren públicamente su conformidad con la aprobación de la ley, o incluso que faciliten su aplicación y desarrollo, así como también, y por supuesto, a aquellos que la usen para abortar, sino que con mayor razón hay que negarle la comunión, y cualesquiera otros privilegios o consideraciones que, por razón de su cargo tenga, al Rey de España, Jefe del Estado, quien no ha tenido la valentía suficiente, faltando una vez más a sus juramentos y como depositario de una Tradición y vinculación de la Monarquía Española a la Santa Fe, como para negarse a suscribir tan inmoral texto legal, y a mayor abundamiento, ordenar su publicación y cumplimiento por parte de los españoles.

La posición pública que ocupa el Jefe del Estado, Don Juan Carlos de Borbón y Borbón, en el presente caso, le harán acreedor de un especial reproche moral, siendo merecedor, por tanto, de un mayor castigo o penitencia, pues mayor es la gravedad de su acto que la de un simple voto o manifestación pública de cualquier otra persona.

Difícilmente se puede compatibilizar su posición y actuación, desde mi punto de vista cobarde e inmoral, con el desempeño u ostentación de algunos de los títulos que posee, como por ejemplo el de Rey de Jerusalén y miembro o Maestre de Órdenes secularmente vinculadas a la Iglesia Católica, por lo que por parte del Papa, y no de forma puramente simbólica, considero que debería no sólo relegársele a la calificación, posición, estado o situación de “público pecador”, sino que debería procederse a retirarle cualesquiera consideraciones, privilegios, títulos u honores de carácter Católico, inherentes al título de Rey de España.

El Rey de España juró el día 22 de noviembre de 1.975. Y en ese juramento, cuando accedió a la Jefatura del Estado como sucesor del General Franco, se comprometió a ser fiel a unos principios. Ya ha perjurado en varias ocasiones. Esta sería una buena oportunidad para recuperar su dignidad, negándose a suscribir tan infame disposición legal, y al mismo tiempo reconciliarse con gran parte de la sociedad española harta ya de sus frivolidades, conveniencias e insustancialidades.

Si no lo hace, que no lo hará, a buen seguro que Dios se lo demandará.

domingo, 27 de septiembre de 2009

PRONTO LE VEREMOS, OTRA VEZ, MAJESTAD

Balduino, Rey de Bélgica, mostró siempre su respeto por la ley pero hubo algo por lo que no pasó.

El 29 de marzo de 1990 los diputados belgas aprobaron una ley que despenalizaba el aborto en Bélgica. Y aquello a Balduino no le gustó. Como en España el rey, en Bélgica el jefe del Estado ha de sancionar las leyes.

Balduino se negó a sancionar aquella ley estampando en ella su firma. Fueron vanos todos los intentos de juristas y consejeros para que lo hiciese. Iba contra su conciencia y contra sus principios, y asumió todas las consecuencias.

Al persistir el rey en su negativa, al final se buscó una solución: el 4 de abril Balduino dimitía y en virtud del artículo 82 de la Constitución belga el Consejo de Ministros asumía la Regencia y firmaba la ley del aborto. El día 5 se reunió el Parlamento belga y por 245 votos a favor y 93 abstenciones Balduino volvía de nuevo a ser Rey.


Al final Balduino se salió con la suya y consiguió no firmar aquella ley. El trono belga estuvo vacante durante 36 horas, corriendo un evidente riesgo.

Pero esas horas fueron, sin duda, las más gloriosas de su reinado, que quedó marcado en el corazon de los belgas.

Ahora diremos que eso era una trampa, que era ilegal, que fue un montaje, pero fue un gesto ejemplar, qué pena que no haya cundido, y menos en España.


Lo cierto es que cuando murió Balduino toda Bélgica se sintió conmovida. Y en todo el mundo, las embajadas belgas vieron cómo ciudadanos de a pie, que nada tenían que ver con Bélgica, acudían en gran número a dar su pésame.

Alguno dirá que en España el Rey Juan Carlos no puede hacer lo mismo qua Balduino.

Desde luego que no. Balduino era Balduino, y fue capaz. Don Juan Carlos es Don Juan Carlos y además fue y será incapaz.

Pero el aborto sigue siendo un crimen deleznable en Bélgica y en España.

sábado, 19 de septiembre de 2009

LA ANTESALA Y LA SALA DEL PERJURIO




1º 23 DE JULIO DE 1.969. EL ENTONCES PRÍNCIPE, DON JUAN CARLOS DE BORBÓN, PRESTA JURAMENTO DE FIDELIDAD A FRANCO Y A LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL MOVIMIENTO NACIONAL


El 23 de julio de 1.969 se celebró una solemne sesión en las Cortes, por la tarde, acudiendo el Generalísimo junto con el Príncipe. El Jefe del Estado anunció que se iba a proceder a tomar juramento al Príncipe. Ante el Jefe del Estado y el presidente de las Cortes, el Príncipe hincó las rodillas sobre un cojín de terciopelo granate, colocado sobre una tarima de madera. Sobre la mesa, el libro de los Santos Evangelios, el mismo en el que prestaron juramento la Reina María Cristina, como Regente, y el Rey Alfonso XIII, bisabuela y abuelo, respectivamente del Príncipe don Juan Carlos.

El presidente de las Cortes preguntó al Príncipe:

– En nombre de Dios y sobre los Santos Evangelios, ¿juráis lealtad a Su Excelencia el Jefe del Estado y fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y demás leyes Fundamentales del Reino?

– Sí, juro lealtad a Su Excelencia el Jefe del Estado y fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y demás Leyes Fundamentales del Reino.

El presidente de las Cortes, don Antonio Iturmendi Bañales, concluyó

– Si así lo hiciereis que Dios os lo premie, y si no, os lo demande.


MENSAJE DEL PRÍNCIPE DON JUAN CARLOS DE BORBÓN (EXTRACTO)

A continuación S. A. R. pronunció el siguiente discurso:

– «Mi General, señores Ministros, señores Procuradores: Plenamente consciente de la responsabilidad que asumo, acabo de jurar, como Sucesor a título de Rey, lealtad a Su Excelencia el Jefe del Estado y fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y Leyes Fundamentales del Reino.

Quiero expresar en primer lugar, que recibo de Su Excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo Franco, la legitimidad política surgida el 18 de julio de 1936, en medio de tantos sacrificios, de tantos sufrimientos, tristes, pero necesarios, para que nuestra patria encauzase de nuevo su destino.

España, en estos últimos años, ha recorrido un importantísimo camino bajo la dirección de Vuestra Excelencia. La paz que hemos vivido, los grandes progresos que en todos los órdenes se han realizado, el establecimiento de los fundamentos de una política social son cimientos para nuestro futuro. El haber encontrado el camino auténtico y el marcar la clara dirección de nuestro porvenir son la obra del hombre excepcional que España ha tenido la inmensa fortuna de que haya sido, y siga siendo por muchos años, el rector de nuestra política.

Ha sido preocupación fundamental de la política española en estos años la promoción del bienestar en el trabajo, pues no puede haber un pueblo grande y unido sin solidaridad nacida de la Justicia Social. En este campo nunca nos sentiremos satisfechos.


Nuestra concepción cristiana de la vida, la dignidad de la persona humana como portadora de valores eternos, son base y, a la vez, fines de la responsabilidad del gobernante en los distintos niveles del mando.


La Monarquía puede y debe ser un instrumento eficaz como sistema político si se sabe mantener un justo y verdadero equilibrio de poderes y se arraiga en la vida auténtica del pueblo español.
A las Cortes Españolas, representación de nuestro pueblo y herederas del mejor espíritu de participación popular en el Gobierno, les expreso mi gratitud. El juramento solemne ante vosotros de cumplir fielmente con mis deberes constitucionales es cuanto puedo hacer en esta hora de la historia de España.

Mi General: Desde que comencé mi aprendizaje de servicio a la Patria me he comprometido a hacer del cumplimiento del deber una exigencia imperativa de conciencia. A pesar de los grandes sacrificios que esta tarea pueda proporcionarme, estoy seguro que “mi pulso no temblará” para hacer cuanto fuere preciso en defensa de los Principios y Leyes que acabo de jurar.

En esta hora pido a Dios su ayuda y no dudo que Él nos la concederá si, como estoy seguro, con nuestra conducta y nuestro trabajo nos hacemos merecedores de ella.»


3º VUELVE A JURAR.

Juan Carlos de Borbón, el día 22 de noviembre de 1.975, una vez muerto Franco, vuelve a jurar:

"Juro por Dios y sobre los Santos Evangelios, cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino y guardar lealtad a los principios que informan el Movimiento Nacional."


4º EXTRACTO DEL MENSAJE DEL REY A LOS ESPAÑOLES EN EL MOMENTO DE SU PROCLAMACIÓN.


Madrid, 22 de noviembre de 1975

En esta hora, cargada de emoción y esperanza, llena de dolor por los acontecimientos que acabamos de vivir, asumo la Corona del Reino con pleno sentido de mi responsabilidad ante el pueblo español y de la honrosa obligación que para mí implica el cumplimiento de las leyes y el respeto de una tradición centenaria que ahora coinciden en el Trono.

Como Rey de España, título que me confieren la tradición histórica, las Leyes Fundamentales del Reino y el mandato legítimo de los españoles, me honro en dirigiros el primer mensaje de la Corona que brota de lo más profundo de mi corazón.

Una figura excepcional entra en la historia. El nombre de Francisco Franco será ya un jalón del acontecer español y un hito al que será imposible dejar de referirse para entender la clave de nuestra vida política contemporánea. Con respeto y gratitud quiero recordar la figura de quien durante tantos años asumió la pesada responsabilidad de conducir la gobernación del Estado. Su recuerdo constituirá para mí una exigencia de comportamiento y de lealtad para con las funciones que asumo al servicio de la patria. Es de pueblos grandes y nobles el saber recordar a quienes dedicaron su vida al servicio de un ideal. España nunca podrá olvidar a quien como soldado y estadista ha consagrado toda la existencia a su servicio...


Que cada uno lea y juzgue, en relación con sus juramentos, las posteriores acciones, omisiones, simpatías y antipatías del Monarca


FRANCO Y DON JUAN DE BORBÓN

Pocos conocen la posición que el padre del actual Rey de España, "demócrata de toda la vida", mantuvo con respecto a la Guerra Civil Española y el Movimiento Nacional.

Don Juan tuvo la inicial convicción de que la victoria de los sublevados iba a desencadenar en la restauración de la Monarquía en su persona. Como muestra de ello, vamos a analizar alguna de sus cartas, hasta el fin de la Guerra, pues luego se desengañó de ello, al comprobar que el Régimen y España marchaban sólos, camino de la recuperación y reconciliación, sin él.

1ª DON JUAN DE BORBÓN SUPLICA A FRANCO QUE LE DEJE ENTRAR EN COMBATE.

"7 de diciembre de 1936

Excmo. Sr. General Don Francisco Franco.

Mi respetado general:

En forma tal vez impremeditada, cuando la guerra de España tenía sólo el carácter de una lucha interna, he intentado tomar parte en ella. Aunque me impulsaban sentimientos bien ajenos a la política, comprendo y respeto las razones que entonces movieron a las autoridades a impedir mi incorporación a las tropas.Actualmente la lucha parece tomar, cada vez más, aspecto de una guerra contra enemigos exteriores, guerra en la que todos los buenos españoles de mi edad habrán podido hallar un puesto de combate. El deseo de hallarlo yo también, y en forma que aleje toda suspicacia, me mueve a someter a la benévola atención de V.E. mi aspiración.Según noticias de prensa, se hallará pronto listo para hacerse a la mar el crucero Baleares, en el que podría prestar algún servicio útil, ya que he realizado mis estudios en la Escuela Naval británica, he navegado dos años en el crucero Enterprise, y he seguido luego el curso especial de artillería en el Iron Duke antes de abandonar la Marina inglesa. Yo me incorporaría directamente al buque, me abstendría en absoluto de desembarcar en puerto alguno español y desde luego le empeño mi palabra de que no recibiría ni aún a mis amigos personales.Yo no sé, mi general, si al escribirle así infrinjo las normas protocolarias con que es usual dirigirse a un Jefe de Estado. Le ruego en todo caso disculpe el que confíe a su corazón de soldado este anhelo mío de servir a España al lado de mis compañeros.Con mis votos más fervientes por que Dios le ayude en la noble empresa de salvar a España, le ruego acepte el testimonio del respeto con que se reitera a sus órdenes y muy afectuosamente e.s.m.Juan de Borbón



2º CARTA DEL GENERALÍSIMO A DON JUAN, RECHAZANDO SU OFRECIMIENTO, CON MUY BUENAS PALABRAS. Creo que Franco siempre tuvo claro que la Restauración monárquica no pasaba por Don Juan de Borbón.

"Salamanca, 12 de enero de 1937.
S.A.R. Don Juan de Borbón.

Alteza:

Su carta llena de patriotismo y entusiasmo me llena como soldado de satisfacción al contrastar, una vez más, cuán arraigado están en V.A. las virtudes de la raza y cómo siente nuestra Realeza los problemas de nuestra querida España.Es verdad que la lucha por nosotros empeñada se sale de los límites de la nación para entrar en los internacionales, ya que no sólo se debate la suerte de España, sino también la de la civilización occidental y de la Iglesia católica, duramente atacadas por el comunismo ruso, con la complicidad y decidida cooperación de ciertos gobiernos extranjeros.Hubiera sido para mí muy grato el haber podido acceder a vuestro deseo, tan español como legítimo, de combatir en nuestra Marina por la causa de España; pero la seguridad de vuestra persona no permitiría que pudierais vivir bajo el sencillo título de oficial, pues el entusiasmo de unos y las oficiosidades de otros habrían de dificultar tan nobles propósitos; sin contar con que el lugar que ocupáis en el orden dinástico y las obligaciones que de él se derivan imponen a todos y exigen de vuestra parte sacrificar tan patrióticos como nobles y sentidos, al propio interés de la patria.Por todo ello, no obstante ser tan halagador vuestro deseo y tan valioso para la Marina española el aprovechamiento de vuestra pericia de oficial y vuestros sentimientos, en momentos que tantos compañeros han sido sacrificados por la barbarie roja, no me es posible seguir los dictados de mi corazón de soldado aceptando vuestros ofrecimientos.Muy agradecido en nombre de España y de todos los compañeros de este Ejército y Marina por vuestros fervientes votos y entusiasmo, sabéis que contáis con toda la simpatía y respetuoso afecto de este leal soldado que afectuosamente os saluda. Francisco Franco."


3º DON JUAN DE BORBÓN CONFÍAN EN QUE, TRAS LA VICTORIA DEL BANDO NACIONAL, QUE CREE SEGURA, SUS ASPIRACIONES SE VERÁN SATISFECHAS. Por eso, sigue adulando al Caudillo, manifestándole su adhesión más inquebrantable y llamando incluso, al año 1.937, como "segundo año triunfal". Veamos.


"Viale Parioli 112
Roma, 28-XII-1937, 2º. A .T. (segundo año triunfal)

Excmo. Sr. General Dn. Francisco Franco.

Mi respetado general:

La prensa inglesa y francesa repetidamente vienen ocupándose de la política futura de España y sacan a la luz pública mi nombre en relación con ella, como si yo sostuviese actividades de este tipo. Como quiero que en modo alguno pueda V.E. tener duda sobre mi actuación, le pongo estas líneas para asegurarle que a ninguna persona, española o extranjera, he autorizado a expresar otras ideas que mi deseo de obedecer las órdenes de V.E. como el mejor medio de servir a España y que nunca he tolerado se hablase en mi presencia de otra cosa. Precisamente por creer que sirvo de la mejor manera posible a España siguiendo fielmente sus consejos, es por lo que, contra mi corazón, no he intentado nuevamente ir a tomar parte con mis compatriotas en la Cruzada de la que V.E. es el glorioso Caudillo.Deseándole el mismo acierto que hasta ahora ha tenido para llevar a su fin la campaña y con ello la pacificación de España, quedo suyo affmo.


Juan de Borbón. "


4º SIGUE EL PELOTEO. Cuando las tropas nacionales conquistan Barcelona, Don Juan de Borbón no deja pasar la ocasión para felicitar al Caudillo por su victoria, lo cual Franco "agradece".

Telegrama de Don Juan:

"Felicito de corazón a V.E. con el orgullo de ser español por el victorioso remate tan ejemplar que redime para España queridas provincias catalanas. Con la emoción que siento ante el heroísmo invencible ejército, Generales y Mando Supremo le saluda afectuosamente. Juan de Borbón."

Respuesta de Franco:

"Recibo con vuestra felicitación el entusiasmo emocionado con que participáis en las glorias de nuestra juventud que forja la España Grande que todos anhelamos. En día tan señalado para nuestra Patria os envío el más afectuoso y sentido de los recuerdos. Generalísimo Franco. "


5º LA TRACA FINAL, con ¡¡ARRIBA ESPAÑA!! incluido.

Don Juan espera y desea ser llamado. Se intensifica el ánimo y la adhesíón al Caudillo hasta el climax. Con motivo de la victoria en la Guerra, Don Juan remite a Franco el siguiente telegrama:

"Generalísimo Franco. Burgos.
Uno mi voz nuevamente a la de tantos españoles para felicitar entusiasta y emocionadamente a V.E. por la liberación de la capital de España. La sangre generosa derramada por su mejor juventud será prenda segura del glorioso porvenir de España, Una, Grande y Libre. ¡Arriba España! Juan de Borbón."

A vuelta de correo, Franco le contestó:

"A S.A.R. don Juan de Borbón. Roma
Al recibir vuestro emocionado telegrama por la gran victoria nacional, me es grato recordar que entre esa juventud admirable, tan pródiga en el sacrificio, habéis intentado formar, solicitando reiteradamente un puesto de soldado. Por ello será realidad la España Una, Grande y Libre que evocáis.¡Arriba España!Generalísimo Franco. Burgos, 6 de abril de 1939. "


Franco no llamó nunca a reinar a Don Juan de Borbón, cuya desilusión y decepción crecieron hasta el despecho y le condujeron a la senda de la intriga, la traición y la conjura, que le impidió, de por vida, ocupar el trono español en España.

martes, 15 de septiembre de 2009

Benditos "trasnochados"


Ayer, en la Cope, un contertulio vino a decir algo parecido a que "es una pena que los únicos que fueron a Arenys de Munt a defender la únidad de España, fueron los trasnochados de la Falange".

Me hubiese gustado ver en las imágenes de la televisión a los jóvenes y a las "jóvenas" de las Nuevas Generaciones del PP, muy "modernos" ellos, defendiendo lo mismo y con la misma valentía y resolución. Pero eso es imposible, pues para ello hacen falta dos cosas de las que, desgraciadamente, carecen.

Se llaman valor y compromiso con España.

¡¡Benditos trasnochados!!

viernes, 4 de septiembre de 2009

PORVENIR Y TRADICIÓN

"Hoy presenciamos el lento suicidio de un pueblo que engañado mil veces por gárrulos sofistas, empobrecido, mermado y desolado, emplea en destrozarse las pocas fuerzas que le restan, y corriendo tras vanos trampantojos de una falsa y postiza cultura, en vez de cultivar su propio espíritu, que es lo único que redime y ennoblece a las razas y a las gentes, hace espantosa liquidación de su pasado, escarnece a cada momento las sombras de sus progenitores, huye de todo contacto con su pensamiento, reniega de cuanto en la historia nos hizo grandes, arroja a los cuatro vientos su riqueza artística y contempla con ojos estúpidos la destrucción de la única España que el mundo conoce, de la única cuyos recuerdos tienen virtud bastante para retardar nuestra agonía..."

"Donde no se conserve piadosamente la herencia de lo pasado, pobre o rica, grande o pequeña, no esperemos que brote un pensamiento original ni una idea dominadora. Un pueblo nuevo puede improvisarlo todo menos la cultura intelectual. Un pueblo viejo no puede renunciar a la suya sin extinguir la parte más noble de su vida y caer en una segunda infancia, muy próxima a la imbecilidad senil.".

Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912) . Ensayos de Crítica Filosófica.

viernes, 7 de agosto de 2009

1.931: LA DESERCIÓN DE ALFONSO XIII Y EL ADVENIMIENTO DE LA II REPÚBLICA

Los Historiadores comunistas y socialistas que hoy copan, para perjuicio de la historiografía y desgracia de sus alumnos, las Cátedras de las Facultades, tienden con especial empeño a la hora de analizar los antecedentes y las causas del Alzamiento del 18 de Julio de 1.936, a no indagar ni remontarse a los orígenes del convulso período que podríamos decir, haciendo un esfuerzo simplificador, que se inició en 1.931, por no datarlo mucho antes, con la celebración de las elecciones municipales y la huida de España del Rey Alfonso XIII.

Y de muestra sirve un botón. Santos Juliá, socialista empedernido, considera que “basta pensar que si un grupo de conspiradores militares hubiera mantenido la fidelidad al juramento de lealtad a la República que pronunciaron en su día, nunca habría comenzado una guerra entre españoles; habrían ocurrido otras cosas, pero no una guerra. No hay por tanto que ir mucho más allá de la insurrección militar de mediados de Julio de 1.936 para comenzar a entender la catástrofe que a partir de esa fecha se abatió sobre los españoles[1].

Lo anteriormente afirmado por Santos Juliá, a parte de ser un disparate desde el punto de vista del método del estudio histórico, impropio de un profesor universitario, que a buen seguro sus alumnos habrán podido apreciar a no ser que con sus encantadoras tesis los haya narcotizado ideológicamente, pone claramente de manifiesto la falta de rigurosidad a la hora de estudiar o analizar el suceso histórico, muy propia de la intelectualidad de izquierda.

A parte de lo anterior, la afirmación de Santos Juliá es tan reveladora como tendenciosa, pone de manifiesto su falta de método y anticipa lo parcial de su planteamiento. Es tendenciosa porque pretende no sacar a la luz de la historia toda una serie de acontecimientos de especial relevancia entre los que podríamos citar el advenimiento (ilegal) de la República laicista, la persecución religiosa e ideológica, la revolución de octubre de 1.934 y la primavera trágica de 1.936 que culminó con el asesinato de Calvo Sotelo por los socialistas, detonante éste de la Guerra Civil.

Pero es especialmente grave la afirmación del historiador socialista cuando viene a decir que de no haberse producido la insurrección militar hubiesen pasado en España “otras cosas”, pero no una guerra.

Pero Santos Juliá omite qué otro tipo de cosas hubiesen pasado, pero yo se las voy a señalar.

La situación en la primavera de 1.936 tras la victoria (fraudulenta) de los partidos que integraron el Frente Popular no era otra que la persecución y el exterminio del adversario político. El alzamiento del 18 de julio, que no fue exclusivamente militar, sino "cívico-militar", supuso el levantamiento y la rebelión de aquella "media España que no se resignaba a morir en manos de la otra media", en palabras de Gil Robles, por lo que aunque sólo fuese por esta razón estaba más que plenamente justificado dicho movimiento insurreccional.

Para Santos Juliá la persecución religiosa, el asesinato y los 2.225 muertos que según Stanley G. Payne se produjeron por violencia política desde abril de 1.931 al 17 de julio de 1.936, no son referentes importantes para determinar o analizar e indagar en las causas del conflicto. Resulta tan disparatado como impresentable.

La guerra civil española no puede considerarse como un hecho aislado, sin antecedentes ni contexto. Un estudio que pretenda ser medianamente serio sobre la misma tiene que profundizar en sus causas, sus precedentes y, sobre todo, en aquellos acontecimientos y hechos de importante relevancia histórica que se produjeron y que fueron causa directa del trágico desenlace.

Es falaz la consideración de la Segunda República española como un régimen impecablemente democrático.

Ni siquiera el advenimiento de la misma tuvo legitimación constitucional ni legitimidad democrática alguna, ya que en absoluto se planteó en las elecciones (municipales) que se celebraron el 12 de Abril de 1.931 el dirimir ni la forma de Gobierno, ni la orientación del mismo y ni muchísimo menos un cambio de modelo de Estado.

La instauración del régimen republicano fue, pues, absolutamente ilegal, expresión ésta que si bien puede sorprender puede ser debidamente documentada y es significativa la afirmación de D. Miguel Maura Gamazo, Ministro de la Gobernación de la República, que afirmó que "les regalaron el poder"[2] .

Pero no sólo fue antidemocrático e ilegal el advenimiento de la República, sino su propio comportamiento: Persecución religiosa e ideológica, radicalización extrema de los partidos republicanos (principalmente los socialistas y comunistas), graves desórdenes públicos y una absoluta y sistemática falta de respeto a los resultados electorales que se produjeron en sucesivos comicios.

La República “aterrizó” como régimen político en España, pues, de forma ilegal, ante la pasividad y apatía de los monárquicos y ante la cobardía y deslealtad del pusilánime monarca Don Alfonso XIII, quien arropándose en la famosa frase “ya no tengo el amor de mi pueblo” huyó de España, abandonando a los españoles a su suerte, sobre todo a aquellos que votaron a los partidos monárquicos en amplias zonas de la España rural, para pasar a disfrutar un cómodo “exilio” que algunos han pretendido mostrar como un camino o "vía crucis" de sufrimientos y añoranzas.

Los hechos sucedieron de la siguiente forma: Con fecha 12 de abril de 1.931 se celebraron, previa convocatoria realizada por el gobierno de Berenguer, unas elecciones municipales en las que de lo que se trataba era de elegir concejales y, por tanto, alcaldes en los municipios de España.

En dichas elecciones no se solicitaba la opinión de los Españoles a propósito de elegir la forma del Estado, ni tampoco se trataba de decidir si la Jefatura del mismo habría de ejercerla un Rey o un Presidente de la República y ni mucho menos se solicitaba el voto de los Españoles con la finalidad de ratificar o no la actuación de un monarca.

Los candidatos republicanos ganaron en las grandes ciudades, pero realmente el triunfo fue de los candidatos monárquicos. Fueron elegidos 22.150 candidatos monárquicos y 5.875 candidatos republicanos; de un total de 28.025 ediles electos, sólo eran republicanos uno de cada cinco: el 20,9%.

En definitiva, que la forma de gobierno republicana había sido rechazada por los españoles por un 79,1% de los votantes, independientemente de que, como hemos manifestado anteriormente, no fue el motivo de la consulta electoral el decidir un régimen u otro.

El Rey Alfonso XIII consideró que no contaba con el apoyo del pueblo y decidió huir de forma ignominiosa de España, abandonando sus obligaciones y a los españoles y sobre todo a aquellos que le habían mostrado su apoyo y adhesión. Le resultó mucho más cómodo retirarse a un cómodo exilio y dedicarse a lo que realmente le gustaba, dedicarse a los negocios, cazar y divertirse, incluso sin la compañía de su mujer.

Hoy día se tiende a justificar el comportamiento del Rey de forma absolutamente cortesana, pues nada hay más difícil de sostener que la indignidad de una persona que con su pusilánime comportamiento echó al traste no sólo con las esperanzas e ilusiones de gran parte del pueblo, sino que incluso su deserción sumió a España en una desestructuración y desvertebración que la abocaron al desorden y al enfrentamiento civil.



[1] JULIÁ, Santos. De “guerra contra el invasor” a “guerra fratricida”, en Víctimas de la Guerra Civil, Madrid, 1.999. 13-14.

[2] Miguel Maura: Así cayó Alfonso XIII, Ariel. Barcelona 1.966.